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Filipe Pina y Maria Inês Costa son los dos jóvenes arquitectos responsables del interesante proyecto que hoy os presentamos. Esta casa, situada en la ciudad portuguesa de la Guarda, se caracteriza por relacionar la nueva arquitectura de sus muros con la construcción tradicional contigua. Una fusión muy potente y contemporánea de arquitectura blanca pero a la vez respetuosa con el entorno.
Os recomendamos seguir leyendo porque no os vais a arrepentir. ¡Que comience el recorrido!
Como vemos, la casa es como un punto de luz que sobresale en el paisaje. Rodeándola vemos una construcción de piedra. Una antigua casa que ha terminado fusionándose con la nueva. ¿No os parece que encajan a la perfección? Los arquitectos se plantearon el reto de mantener la presencia de los elementos históricos del lugar, para poder así aumentar el valor el proyecto. El resultado: una perfecta combinación de experiencias urbanas y rurales al mismo tiempo.
Debido a las exigencias del programa, los arquitectos decidieron ocupar toda la superficie disponible, en la que se encontraba la antigua construcción de piedra. Decidieron actuar mediante dos acciones principalmente: primero, separar visualmente el nuevo volumen de hormigón del antiguo de piedra, pero conectarlos por dentro. Y segundo, crear un patio interior que ha terminado convirtiéndose en el corazón de la casa.
La conexión entre ambos volúmenes se hace mediante una pieza de cristal donde se encuentra la escalera. De esta forma la pieza pasa casi desapercibida, dando más importancia a los otros dos cuerpos.
El programa de la vivienda se distribuye en dos plantas. En planta baja se encuentran las zonas comunes de la casa: el salón, la cocina y el garaje. Y en la planta primera, los dormitorios. La sala de estar principal se ha ubicado en la antigua construcción de piedra. Un lugar privilegiado con una gran carga histórica.
Ambas fachadas, la de la nueva construcción y la de la antigua, comparten el mismo tipo de vano. Algunas veces vertical, otras horizontal y otras cuadrado, pero siempre bastante amplio y con marcos metálicos negros que resaltan sobre la blanca fachada. Pero en el interior la luz entra gracias a este patio, diseñado especialmente para ventilar e iluminar las estancias más escondidas.
Como veíamos en una de las fotografías anteriores, la escalera se sitúa entre los dos volúmenes a modo de punto de unión. Se ha concebido como el elemento que va a conectar cada parte del proyecto, tanto las dos construcciones como las diferentes plantas de la vivienda. Pero no es solo un elemento funcional, sino que se ha diseñado como una escultura, mediante peldaños de madera y una ligera estructura metálica.
El interior se diseña con un estilo sobrio y con poca decoración y mobiliario. ¿Pero por qué? Pues para dejar que las paredes y el volumen cobren la importancia que tienen. Aquí destacan las paredes de piedra, las de hormigón pintadas de blanco, los detalles de acero y el pavimento de madera.
¡La cocina es puro blanco! Todas sus superficies se revisten de este color, lo que facilita que la luz que entra por el patio se refleje en todas direcciones. Por la noche, la luz llega por medio de un sistema de leds empotrado en el techo.
A pesar de la sobriedad del diseño, el proyecto, como hemos podido comprobar, está lleno de carácter, de recuerdos, de tradición. Pero también de modernidad y confort.
Una fusión perfecta.
