9 ideas geniales para dar con el color perfecto de la fachada de la casa

Isabel Rodríguez Isabel Rodríguez
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La fachada de la casa es la primera tarjeta de presentación que, en materia de diseño y decoración de interiores, recibe e visitante cuando observa por primera vez nuestra vivienda. La primera impresión siempre es una cuestión a tener muy presente y, en este sentido, el color de la fachada de la casa no es una cuestión baladí.

La elección de la pintura de la fachada es, básicamente, una cuestión de gustos aunque, antes de decantarse por uno u otro color, hay que tener presente que se trata de una decisión que se prolongará en el tiempo, no en vano puede tardarse décadas en volver a imprimir un baño de color a esta parte de la casa. En función de la tonalidad elegida conseguiremos un aspecto más o menos acogedor, contemporáneo, sobrio… Aunque, al margen del color de la fachada, existen otros factores, tales como el tamaño, la ubicación o la luz, que pueden determinar la imagen final. 

¿Quieres saber qué color elegir para tu fachada? En este libro de ideas te damos algunos consejos básicos para que aciertes con la decisión. ¿Preparado? ¡Toma nota!

Fachada de contrastes

Los colores claros son los más generalizados en fachadas clásicas que se relacionan de un modo sosegado con el entorno irradiando calidez y calma. El blanco, beige y amarillo son las pinturas de fachadas preferidas para una estética tradicional que, en ocasiones, recurre incluso al naranja para dotar de una luminosidad característica a estos elementos constructivos en los que no faltan los contrastes. 

En ocasiones, la elección del color de la fachada de la casa viene determinado por la comunidad, una imposición que, si bien puede resultar una limitación a la originalidad, también sirve como un condicionante que permite despreocuparse de este aspecto. 

Sea como fuere, el fin último no es otro que alcanzar la armonía de la imagen exterior de la vivienda, un equilibrio entre el color de la fachada, el jardín, el entorno y el propio techo que, a menudo, suele erguirse como elemento de contraste en propuestas clásicas, apostando por tonos oscuros como el marrón o el gris que, en conjunto, otorgan al diseño un aspecto elegante y distinguido. 

Techos y paredes de mismo color

Otra de las posibilidades que puedes explorar a la hora de determinar el diseño de la imagen exterior de tu vivienda es hacer que techos y fachada compartan un mismo color. La uniformidad que vemos en esta propuesta utiliza el beige como base de la pintura de la fachada, una tonalidad que se extiende además por los techos. 

Para darle un toque personalidad puedes recurrir a otros tonos, como el blanco o el marrón, en barandillas y marcos de puertas y ventanas, una combinación capaz de crear unos resultados increíbles. Este esquema cromático está especialmente indicado para el color de fachadas en casas independientes en las que no es necesario recurrir a colores llamativos para convertirlas en el centro de atención. 

Una fachada oscura

Como decíamos al inicio de este libro de ideas, no solo el color de la fachada de la casa es importante sino también otros factores como la ubicación, el entorno o las características propias de la construcción. Antes de decantarte por una pintura oscura debes tener en cuenta si encaja con el medio que la rodea. Aunque los diseños clásicos de fachadas claras y techos oscuros son los más habituales, aplicar el esquema cromático a la inversa puede resultar altamente efectivo. 

Este ejemplo muestra a la perfección a qué nos referimos. Los tejados son más claros que el color de la fachada que, en este caso, es de un marrón oscuro, una elección que encaja a las mil maravillas con el entorno de naturaleza que envuelve a la vivienda. 

Diferentes materiales

La pintura de la fachada de la casa no es la única capaz de crear contrastes atractivos en este elemento que hace las veces de tarjeta de presentación de nuestro proyecto decorativo o arquitectónico. La combinación de materiales es una manera tan buena como cualquier otra de dar vida a fachadas llenas de personalidad. Vidrio, madera, metal, piedra, yeso… Por separado son materiales capaces de conferir un aspecto abrumador pero, en suma, puede ofrecer resultados espectaculares. 

Entre las ideas que puedes trasladar a tu fachada está la de decantarte por el yeso con una base de piedra o algún elemento que recurra a este material natural para dotarlo de un carácter único. No obstante, el uso de la madera como parte del diseño de la fachada le dará un aspecto muy natural que puedes completar con barandillas de metal combinando una estética rústica y moderna. 

En esta propuesta el acento no está tanto en el color de la fachada de la casa como en los materiales. Las paredes, llenas de grandes ventanales y acristalamientos, permiten que los interiores estén llenos de luz natural y, sumado al encanto propio del resto de materias primas empleadas, el aspecto resulta de lo más seductor. 

Mimetizarse con el ambiente

¿Qué color es el más apropiado para la fachada? Ya hemos dicho que la elección varía en función de multitud de factores, uno de ellos, el ambiente en el que esté ubicada la construcción en cuestión. El elemento temporal es otra de las claves a tener en cuenta a la hora de elegir la pintura de la fachada de la casa de modo que, hay que tratar de alcanzar un equilibrio entre todos los planos. 

Las fachadas de colores claros o grises son más atemporales y, en líneas generales, no es necesario recurrir a tonalidades llamativas que puedan resultar excesivamente transgresoras o extravagantes. Además, es interesante atender a la composición de la pintura en cuestión para garantizar su durabilidad. En las casas de campo, por ejemplo, optar por un tono verde, marrón o tierra para la pintura de la fachada es una buena manera de mimetizar la construcción con el ambiente haciendo que todo esté en perfecta armonía. 

Casas tradicionales

Muchas construcciones tradicionales recurren a la sencillez a la hora de decantarse por la mejor opción para la pintura de la fachada. Se trata de diseños sin demasiadas complicaciones en los que la pintura elegida suele ser blanca, beige, amarilla o naranja, reservando para el techo un tono rojo o marrón. Para quienes buscan añadir un toque diferenciador a través del color de la fachada, siempre cabe la posibilidad de incorporarlo mediante un atractivo cromatismo de persianas o vallas que destaquen sobre el tono principal. 

En el lado opuesto encontramos las construcciones modernas que, a menudo, dejan poco espacio para la creatividad ya que apuestan por cubiertas planas y amplias fachadas de vidrio que no dan lugar a la introducción del color como elemento determinante de la estética general. 

Construcciones barrocas

Las construcciones barrocas se caracterizan por un enriquecimiento progresivo de la decoración, un estilo que incorpora el gusto por las formas curvas, adornos, columnas y un uso magistral del juego de luces y sombras en cada proyecto. En líneas generales, existe un afán por revitalizar las fachadas dotándolas de elementos capaces de trasladar cierta suntuosidad. Los materiales también evolucionaron al albor de esta corriente y los tonos grises de la piedra del renacimiento o el mármol fueron sustituidos por otros más llamativos como mármoles coloreados, columnas jaspeadas, tonos negros y rosados…  

Las construcciones que recrean esta estética apuestan por colores para las fachadas que van de los tonos naturales de la piedra arenisca y el mármol amarillento, al rojo, pasando por el gris o el negro. No obstante, la pintura de la fachada pasa a un segundo plano si son elementos arquitectónicos o decorativos los que añaden el atractivo a este elemento. 

Fachadas renacentistas

Y del Barroco al Renacimiento para explorar el gusto de un estilo arquitectónico que busca la inspiración en el arte clásico. Proporciones y medidas se vuelven determinantes en una época en la que columnas, arcos de medio punto, frontones triangulares, formas geométricas simples y muros dominan las fachadas de las construcciones. De nuevo, los materiales se convierten en protagonistas y el color de las fachadas cede protagonismo a la piedra natural y el yeso. Los tonos grises y ocres son los más habituales aunque no faltan marrones y blancos. 

Fachadas románicas

La monumentabilidad y durabilidad son dos de las señas de identidad del estilo románico, una corriente que dio grandes obras a la arquitectura (fundamentalmente religiosa) pero que tiene también su reflejo en las fachadas de diversas construcciones. En lo que a la estética de la fachada se refiere, los materiales pobres son sustituidos por otros más duraderos tales como piedra o sillares. No se hace gala de una gran ornamentación y, con frecuencia, la propia piedra es pintada para añadir un toque de color a la fachada de la casa. 

¿Quieres más inspiración para la decoración de tu fachada? Sigue leyendo: Cómo elegir la mejor fachada – 6 ideas sensacionales.

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